lunes, 2 de noviembre de 2009

Las raices mazarroneras del alcalde de Santa Coloma "Bartolome Muñoz"




Blas Muñoz, padre del alcalde de Santa Coloma encarcelado por presunta corrupción, dejó Mazarrón para buscar fortuna en Barcelona, donde levantó un imperio inmobiliario

«Me ha salido un hijo socialista», se lamentaba Blas Muñoz Blaya en una de sus visitas estivales a Mazarrón, su pueblo natal, allá por la década de los ochenta. El millonario empresario, hecho a sí mismo de la nada, hombre del franquismo, rígido y ambicioso, no compartía la ideología de su primogénito. Pero su vástago prosperó en sus aspiraciones políticas. Concejal, diputado provincial y hombre fuerte del PSC en el área metropolitana de Barcelona, uno de los graneros de votos socialistas. Una carrera de éxitos que se ha truncado esta semana. A quien se refería Blas Muñoz, aquellas vacaciones de verano, era a su hijo Bartomeu, el alcalde del municipio barcelonés de Santa Coloma de Gramenet (117.000 habitantes) detenido el martes pasado por orden del juez Baltasar Garzón, dentro de la operación Pretoria contra una trama corrupta. El viernes por la noche ingresó en prisión, junto con otros cuatro de los nueve arrestados.
Padre e hijo podían tener sus discrepancias ideológicas, pero, claro está, compartían afinidades. Por ejemplo, el fútbol y la política. Blas Muñoz llegó a presidir la Unión Deportiva Atlético (UDA) Gramenet, que juega en Segunda B; su hijo Bartomeu es uno de los socios veteranos del club. Blas fue alcalde de Santa Coloma entre 1975 y 1979, cuando el régimen franquista daba sus últimos coletazos. Bartomeu llegó a la misma alcaldía en el 2002 para sustituir a Manuela de Madre, que tuvo que abandonar por motivos de salud. En los siguientes comicios consiguió mayoría absoluta.
Vacaciones en el pueblo
Bartomeu, junto a sus dos hermanos, acompañaron a sus padres, Blas y Josefa, algunas de aquellas vacaciones a Mazarrón. Muchos aún recuerdan a la familia comiendo en la pensión Guillermo. No sólo eran viajes de placer. Blas Muñoz aprovechaba las estancias en su pueblo natal para hacer negocios. Aunque Bartomeu pronto se desvinculó de la empresa familiar para dedicarse por completo a la política.
El padre de Bartomeu levantó un imperio inmobiliario. En Santa Coloma llegó a ser conocido como el hombre de los mil pisos. Nació en Mazarrón el 24 de mayo de 1925. Empezó a trabajar en el mostrador del economato de los mineros. Harto de pasar miserias, la pobreza le empujó a buscar fortuna en Cataluña, siguiendo los pasos de otros muchos mazarroneros. A Barcelona llegó en 1942 con sólo 128 pesetas en el bolsillo. En 1965, su patrimonio se calculaba en 20 millones de pesetas de la época. Su falta de formación la suplía con ambición. Un informe del Gobierno Civil, de 1970, citado por la revista Ágora, lo señalaba como una persona «inteligente, audaz y que no repara mucho en problemas de conciencia».
Blas Muñoz empezó su fulgurante carrera como vendedor ambulante de caramelos. En poco tiempo pasó a formar parte del club de nuevos ricos de Barcelona. Tuvo que enfrentarse a una acusación de contrabando. Hay quien llegó a ver en esta denuncia el origen de su rápido enriquecimiento. Su principal negocio fue el ladrillo. Levantó barrios enteros en el cinturón de Barcelona, pero no con destino a la venta sino para alquilarlos.
Cuando consiguió su objetivo de hacerse rico, quiso dar el salto a la política. Afiliado a la Falange Española, fue un hombre comprometido con el franquismo local. En 1975 logró que lo nombraran regidor de Santa Coloma, cargo que mantuvo hasta 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas. Nada más asumir la alcaldía fue denunciado por usura. Se le acusaba de cobrar altos intereses en los préstamos que concedía. Una práctica que, según dicen, posiblemente le otorgó pingües beneficios.
Cuentan que Blas Muñoz estaba dispuesto a ayudar a sus paisanos emigrados a Barcelona sólo «si había negocio de por medio». «No tenía escrúpulos si era para ganar dinero», declara a La Verdad uno de esos mazarroneros afincados en Santa Coloma de Gramenet. Tampoco en Mazarrón se mostraba espléndido con sus vecinos. Los testimonios recabados lo señalan como una persona «bastante tacaña», aunque bien es verdad que no se le recuerda como un especulador. «Ganó mucho dinero y quiso invertir en su pueblo», cuenta una vecina que lo conoció.
Bajo de estatura, regordete, siempre enchaquetado y con corbata; un fino bigotillo asomaba sobre su labio inferior. Le gustaba presumir de que había triunfado en Barcelona, y dio pruebas de sus éxitos. Promovió la construcción de varios bloques de pisos en Mazarrón y levantó el complejo residencial Cuatro plumas, a la entrada del Puerto de Mazarrón.
La familia ya no mantiene negocios en el municipio costero, según explica Félix Muñoz, gestor inmobiliario, que se hizo cargo del patrimonio de su padre. «Los últimos años las cosas fueron mal. Tuvimos que malvender para salvar los trastos y pagar las deudas», indica Félix. A Blas Muñoz la muerte le esperó en Mazarrón. Falleció el 7 de agosto de 1989 a causa de un infarto. Sus restos descansan en el cementerio de Santa Coloma.

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